No hay por qué definir sin razones, ni esconder nada. No hay miedo. O si, tal vez un poco, pero nada que no puedan mitigar mis manos en tu cara y la risa que te sale porque es imposible que estemos enojados mas de dos minutos... no si estamos juntos.
Se que no voy a morir mientras baje por tus escaleras en silencio. Mientras te de un beso antes de dejarte. No voy a morir antes de dormir sosegadamente mientras intentas despertarme desesperadamente de nuevo. No voy a morir mientras sea Mauchi, mientras tu seas Pucci y nos olvidemos definitivamente de esos aburridos nombres que ponen los aburridos padres... ya veras... ahora... quizás no voy a ser tan infeliz...