Malentendido

Sabían que hace años me diagnosticaron erróneamente con síndrome de bipolaridad?

Mi hermano murió y mi familia se separó por un largo tiempo. Me quedé bajo el cuidado de mi abuela que sugirió que viéramos juntas un psicólogo que la ayudaba a ella. Verán, mi mamá no lo tomó de la mejor manera, pero quien podría culparla y en aquel momento me acusó de matar a mi propio hermano.

Ya estoy escribiendo una novela sobre mi vida...

Pero a tan corta edad, yo tampoco lo tomé de la mejor manera. Mi contribución a este diagnostico erróneo no fue deliberada, pero si contundente. No podía dormir y me pasaba horas en la tina deseando morirme. Estaba llena de cortadas de cuanta navaja veía, quemadas, rasguños... Si no podía lastimarme me golpeaba "accidentalmente" con lo que a mano tuviese, o con las esquinas. Empecé a pasar demasiado tiempo fuera de casa, a penas me gradué de bachiller. Algo que no ayudó para nada es que las enfermedades mentales corren en mi familia. Pinté el cuadro perfecto.

El especialista me sujetó a pastillas. Boom, Bárbara es una persona de nuevo. Empecé la universidad y podía con cuanta materia se me presentara. Con los años presenté dependencia, resistencia y alergia a distintas dosis, pero por fin había encontrado la que me mantenía centrada.

Yo nunca fui de las que deja las pastillas, si al contrario, las amaba. Después de tomarlas por años no me di cuenta de que algo no estaba bien, algo... no estaba... bien.

Conocí a una chica. Luego de pasar meses bajo cuidado por mi desorden alimenticio. Ella vio eso que ningún doctor vio, porque ningún doctor veía mi vida. De hecho, el especialista que vi con mi abuela murió de un infarto un año y algunos meses después de mi diagnostico y medicación. Vi otro especialista que confió ciegamente en el diagnostico previo y solo ajustó mis medicinas hasta que "todo estaba bien."

Pero no lo estaba. Igual me cortaba, pero ahora, lo justificaba con las excusas mas burdas. Igual no dormía pero tenía el internet y el ejercicio para atribuírselo. Pero cosas peores empezaron a ocurrir, como el dejar de comer y cambios de humor, para nada violentos, pero sostenidos, en los que me hacía la existencia tan difícil. Mi personalidad cambió por completo, así como mi vida. Era más extrovertida, pero más imprudente. En general vivía sin miedo, con una falta de pudor casi desastrosa.

La chica.... con ella empezó todo. Empecé a dudar mucho de mi milagrosa recuperación gracias a las pastillas. Con ella aprendí de nuevo a ser yo. Imagina usted lo peor si piensa que lo nuestro fue mucho más que una amistad. Yo le gustaba, pero yo nunca la vi a ella como más que amiga. Ella veía mi vida, ella estuvo ahí cuando bromeaba acerca de lanzarme del quinto piso. Ella fue la que me creó un susurro en mí de que tal vez, las pastillas en las que tanto confiaba no servían para nada. Que estaba deprimida, si, pero no loca.

Al final resultó que sufro de ansiedad, como el 99.9999 de nosotros. La nueva especialista me dio fluoxetina, pero me las quitó hace 3 años y desde entonces no creo que necesito nada más que ser yo y afrontar la vida como todos los demás.

Hace un par de meses mandé a Abe a la farmacia por diuréticos. Escribí el nombre en un papel, para que no se le olvidara y cuando me las entregó las tomé sin observarlas. Esperé a tener ganas de orinar, pero nunca pasó. Las miré y vi que eran verdes, no blancas y me odié por no especificarle qué laboratorio hace las que tomo, porque pensé que era solo eso, que esas no eran muy efectivas. Pero cuando me detuve a mirarlas me di cuenta de que eran fluoxetina. Le pedí explicación a Abe y me dijo que era lo que pedí, incluso me mostró el papel donde claramente escribí fluoxetina cuando quise escribir furosemida. Obvio mi efecto fue una profunda relajación por unas horas y un viaje de la memoria, porque nunca fui bipolar, y quizás nunca fue bulimica. Todo fue un malentendido.