Tu casa

La ultima vez que estuve en tu casa, fue como cualquiera, sólo que yo no sabía que no volvería.

Llegué dejando un camino de gotas rojas, las hachas del mundo en mi espalda. Como siempre me las quitaste, arrancandolas con toda la rabia y la fuerza de tu sonrisa. Cerraste la puerta, para que nadie más entrara, y me encendiste un cigarro  para hacerme respirar.

En la mañana parece que guiaras el sol hasta mis ojos. No puedo encontrar nada, despues de toda la locura que hemos vivido, pero al final, nada se ha ido. Así como has abierto las ventanas abres la puerta y tengo que irme. 

Afuera, los arboles son tan altos, la luz es tan clara y la sangre bombea mientras estiro las piernas. Se me olvidó darte un beso de despedida y me duele. Todo lo demás empieza a doler de nuevo. 

Entonces me detengo, porque me doy cuenta de que si no estoy en tu casa, en tu calle, tu no existes. Las cosas nuevas que siento cada vez que fui se desvanecieron cada vez que salí. Nunca pude sacar la emoción de tu existencia de los límites de tu casa.




2 comentarios:

A dijo...

Me encanta cómo escribes. Es como si sintiera exactamente lo que sientes tú. Una pena sentir tanta tristeza en tus palabras. Besos. ~A.

Noa dijo...

¿Los cigarros no ahogan?

xD