Un chico. Y luego todo oscuro.

Walt Witman, un escritor al que tengo que leer más, dijo que es más probable que la gente se enamore en situaciones de peligro. Es algo que se ha explotado hasta el cansancio en Hollywood, pero que yo no vi, hasta hace un mes.

Yo trabajo en una corporación que emplea a más de trecientas personas, yo me llevo con 10, y creo que exagero. Pero con Disney pasó la cosa más rara. Fue mirar sus ojos y que mi compromiso de no salir con compañeros de trabajo, y mi dolor por la ruptura con Mr. Big y los pudores y todo lo demás se oscureciera como un teatro después del show. Sólo estoy yo, en lo oscuro. Barriendo boletos de admisión y panfletos de itinerarios, viendo a los actores de la obra culminada reir y llorar ficticiamente en mi cabeza. Esperando la función de mañana para volver a barrer.

En qué peligro estabamos cuando nos conocímos? Nada inminente. Él, odiando el trabajo, muerto de frío porque no escuchó el consejo de venir en ropa abrigadora. En su primer día, sin conocer a nadie, yo le ofrecí una de las cobijas que guardo en mi escritorio... y él empezó el deshielo de mis días con sus miradas largas.

Fue como fuegos artificiales bajo la cama. No supe su nombre, porque no me interesaba, hasta el día que amanecí con los pliegues de su piel a un brazo de distancia. Nada se sintió raro, ni fuera de lugar, era como si Disney fuera una calle por la que tenía que pasar sin detenerme pero que resultó no tener salida. 

Un chico. Y luego todo oscuro... pero no estoy sola...


1 comentario:

Paris dijo...

Es lindo al menos de vez en cuando sentirse en Disney! enjoy!